LA IMPORTANCIA DE LA INICIACIÓN TEMPRANA EN LA LECTURA

LA IMPORTANCIA DE LA INICIACIÓN TEMPRANA EN LA LECTURA

 

Clemente Linuesa, María  y Ramírez Orellana, Elena,  PRIMEROS CONTACTOS CON LA LECTURA LEER SIN SABER LEER. Descripción y evaluación del trabajo con niños y niñas de 0 a 6 años, Fundación Germán Sánchez Ruipérez de Salamanca Gráficas LOPE 2008

 

Leer es una actividad fundamental e imprescindible en nuestra sociedad dada la enorme repercusión que los textos escritos tienen en las actuales formas culturales y máxime desde que las tecnologías de la información y la comunicación han otorgado una nueva dimensión y un gran protagonismo a lo escrito. Lograr que los hombres y mujeres de las nuevas generaciones sean buenos lectores parece un objetivo ineludible no sólo para que comprendan y produzcan textos sin problemas, sino también para que sepan elegir y manejar la información que con tanta abundancia se oferta por diversos canales.

Leer y escribir son acciones complejas que requieren mucho más que saber decodificar un texto. Lo que parecía suficiente en un pasado no muy lejano y por lo que se consideraba a un individuo alfabetizado es hoy insuficiente. Un buen lector en nuestra cultura es un lector polivalente y competente que debe dominar diferentes formas de lectura, asimilar diferentes tipos de textos y manejar de forma solvente diversidad de soportes. Es un lector que desarrolla la actividad de lectura movido por diferentes razones o estímulos, y lo hace en distintos contextos y situaciones. El buen lector hoy busca información para decidir, para adquirir conocimientos, para realizar cosas, para tener juicios fundados sobre la realidad, para disfrutar y entretenerse. Es un sujeto que lee comprensivamente; sabe interpretar lo que lee; es capaz de emitir juicios críticos; reformula y transforma contenidos; escribe para expresarse y comunicarse. El concepto de lectura se extiende además a otros códigos, como es el caso de la imagen, que ha adquirido una enorme importancia en los procesos de comunicación. Desde el libro ilustrado, pasando por el cómic, el cine, la televisión, hasta llegar a las modernas tecnologías de la comunicación, los soportes visuales y audiovisuales llenan el paisaje de elementos y mensajes.

Los niños están obligados a educarse en una lectura integral que les permita desenvolverse en ese entorno. Por ello, la formación de lectores polivalentes y con criterio propio apunta a la necesidad de trabajar también la “gramática de la imagen” con métodos sistematizados que nos enseñen, desde pequeños, a ver y no sólo a mirar. No todas las ilustraciones se “leen” igual; algunas son sólo un apoyo al texto, otras disponen de un gran nivel de autonomía para transmitir significados y jugar con ellas. La formación lectora se enriquece con el conocimiento de las diversas técnicas y materiales que utilizan los ilustradores.

También han variado los tiempos: tradicionalmente se consideraba que la alfabetización comenzaba en la escuela en torno a los cuatro o seis años cuando se enseñaba a los niños las letras, es decir, el sistema de escritura, y se daba por concluida esa misión cuando los pequeños aprendices sabían descifrar fluidamente un texto. Hoy se sabe que alfabetizar es un largo proceso, sin un final muy delimitado; se asume que se trata de facilitar a los sujetos el acceso a distintas formas y soportes de comunicación que les permitan asimilar y desarrollar las diversas funciones que generan tanto los antiguos como los nuevos códigos. Esto les hace estar en un camino constante de aprendizaje, más que en una meta clara y definida del mismo. Se puede decir que la alfabetización empieza cuando se tienen contactos, tanto directos como indirectos, con la cultura escrita y no termina nunca del todo, aunque haya unas bases fundamentales más sistemáticas. Hay influencias indirectas en la alfabetización que distinguen a sujetos que pertenecen a sociedades poco o nada letradas, frente a los que están inmersos en medios donde la cultura escrita tiene una fuerte presencia. Sin embargo, la alfabetización tiene características que hacen necesario cierto grado de intencionalidad educativa, de intervenciones directas en el proceso de aprendizaje para lograr que un sujeto sea un lector competente. Es en este nivel donde probablemente se producen las diferencias más evidentes y es en este aspecto en el que adquieren pleno sentido todos los intentos educativos para lograr un alto nivel de alfabetización, especialmente los programas de promoción temprana de la lectura. Estos programas se basan en la idea de que se pueden trabajar desde edades muy tempranas distintos elementos que tienen que ver con la alfabetización, que no se refieren directamente a la enseñanza del código. Se trata de toda una preparación para que el niño capte y valore el mundo de los libros, de los distintos medios con los que nos comunicamos. Sin duda, antes de ir a la escuela, antes de enfrentarse con una enseñanza sistematizada, muchos niños poseen importantes conocimientos sobre esos procesos; distintos autores, entre ellos Sulby y Teale (1991) y Pressley (1999), llaman a este fenómeno alfabetización emergente, concepto que se puede identificar con las ideas previas que poseen los sujetos sobre el mundo de la lectura y escritura.

 

Prof. Julieta Abarzúa

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